lunes, junio 19, 2006

(E)xperticia.

¿Qué instrucciones le daría a un estudiante a quien le alquilara una buhardilla?
Y no me diga que no tiene buhardilla…

R: Le diría que se dedicara toda la juventud a hacer el idiota
y así en la edad madura tendría algo que contar
.[1]

Le digo a Rodrigo que el origen del juego de experto es europeo, griego particularmente, y él me responde en su estilo haciéndome recordar la relación entre los helénicos y el destino. Algo más que un tono de burla se esconde en sus palabras. México acaba de empatar sin goles con Angola y he aquí que he tirado a la basura cinco mil pesos que bien podrían haber sido aprovechados de mejor forma.
Laméntome rabiando en roncas murmuraciones que resuenan en las cavernas interiores, donde hay moho y oscuridad.
El hecho es que en la tradición griega encontramos dramas y también comedia. La experticia hace un potpurrí entre una y otra, cuajando elementos que, vistos con humor, configuran falaz tragicomedia. Las presentaciones ocurren más bien al azar, pero en mi caso personal debo decir que las galas principales tienen lugar los días sábado, preferentemente.
Relato las más significativas.
Dos semanas atrás despierto bebido y preso de una idea fija: Cobreloa y la U, que juegan en Calama, no pueden sino empatar. Raudo corro a la agencia más cercana y apuesto diez mil al evento que en mi imaginación aparece a priori en tablas. No contento, le juego otros cinco a tres partidos más. Con Marcelo apuramos unas latas de cerveza y partimos como niños un tanto alcoholizados a recorrer la ciudad. Jugamos a la pelota, perdemos pero no importa. Se viene el partido. Eso es lo real. Un boliche, dos litros más de cerveza y a gritar al frente del televisor se ha dicho. Todo inútil, pues gana Cobreloa. Diez mil perdidos. Recrimino a mi amigo y me burlo de él, ya que es de la U, pero en realidad me mofo de mí mismo y él así lo entiende pues ríe conmigo de buena gana. A no desanimarse, empero; queda la esperanza, si bien incierta, de los otros tres partidos. Una cabina de Internet, nudo estomacal, avizoro el carácter negro irrevocable del sino, pero esta vez Fortuna parece estar girando a mi favor. Dos de los tres encuentros cumplen con lo pronosticado, sólo resta el partido entre Unión Española y Puerto Montt que se está jugando en Santa Laura, barrio Independencia. ¿Vamos al estadio? Lógico. Más latas y una micro y la creencia, por lo demás absurda, de que Unión debe ir ganando cómodamente. Llegamos y quedan quince minutos, por lo cual entramos gratis. En el cementerio de elefantes que es Santa Laura no hay más de dos mil quinientos ejemplares humanos, en su mayoría frustrados pues Unión sólo empata a uno y parece no tener idea de cómo llegar al área contraria con peligro. Súmome a la desazón colectiva, desde luego, y se me viene encima una jaqueca reprimida desde la mañana. Marcelo no pierde la esperanza y grita y alienta y parece como si él también hubiese apostado y en algún modo es así. Juntos hacemos el indio mejor que separados. No queda nada y de pronto aparece Manuel Neira y llega el gol de Unión. Jamás imaginé devenir en hincha hispano gritando un gol agónico en su estadio, pero así estoy. Como broche, en los descuentos llega el tercero, esta vez de linda factura. Nos abrazamos, saltamos, fraternizamos con el fanático de Unión. Con el alma henchida de rojo y el estómago ronroneando de hambre me allego al vendedor de comestibles y compro un pan con palta, mientras mi amigo le grita enardecido a un par de personajes que aparecen por el costado: “¡Ganamos, huevón, por fin ganamos!” Observo que está bastante emocionado, luego río al comprobar que esos dos gritoneados son Francisco “murci” Rojas y Emerson Pereira, flamantes valores unioninos que hacen su retirada del estadio un tanto turulatos ante ese hincha tan peculiar.
Lo que siguió a continuación fue tanto o más comedia, pero no viene al caso
contarlo aquí.
Tras que Fortuna me revelase, en tono de joda, su lado más amable, hacíéndome creer en cierta catarsis o éxtasis futbolístico, vino inevitablemente la contracara. Me gustaría decirlo con pompa y nombrar una Hybris y su Némesis consiguiente, tal vez compararme con Sísifo, pero no quiero hacer de esto algo aún más ridículo. Lo de México fue un viernes y contó con algunos elementos en común con el viernes previo a la comedia santalaurina, como que me junté en mi casa con Pedro y Silvia a comer y beber de algún modo a destajo. Un nuevo despertar sabatino y vuelta a la monomanía. Mundial de Fútbol: República Checa v/s Ghana y U.S.A v/s Italia. Mi inclinación es netamente europeizante y hacía allá dirijo diez mil en apuestas, soñando con duplicar el dinero mientras paseo por el centro con mi amada Jó en un estado de bienestar de lo más grato. El cielo se muestra limpio y los rostros de los ciudadanos parecen mansos e inofensivos. Pareciera que cuento con el concurso de Fortuna, me digo, hasta que tropiezo con una tele que me muestra que no han pasado ni cinco minutos de partido y los checos ya pierden por uno a cero a manos de los africanos. Porfiadamente creo que es un resultado que Rosicky, Nedved y compañía, habrán de revertir. Error. Ya instalado en el segundo tiempo me convenzo de que la impronta del partido la marca Ghana, e incluso termino apoyando a los africanos y aplaudiendo sus jugadas. Salgado diría que es inaceptable que los negros tengan un país propio. Yo creo que además de eso tienen talento para el fútbol. En fin. Diez más cinco hacen quince, en este caso menos quince. Un calculo insensato de las posibilidades de cómo recobrar lo perdido. ¿El resultado? Una cartilla única a Italia con todo mi haber disponible, a saber, sesenta mil pesos. No hay duda de que Italia gana, -si bien no es Ghana, todo hay que decirlo. -, y por lo demás los Estados Unidos de Norteamérica son un país despreciable desde muchos puntos de vista. Uno se convence de lo que quiere creer de las más absurdas formas. Y si llego a perder no tengo ni la menor idea de cómo llego a fin de mes, está claro, el problema es que perder no se me pasa por la mente siendo que es siempre la más segura opción. Como un borracho me encamino a la agencia y hago la apuesta y encaro con gallardía la mirada del dependiente, hombre razonable que sabe que frente suyo un demente lo observa erguido. Suelto el fajo y recibo a cambio una papeleta verdosa. La estupidez está hecha.
De ahí en más sólo queda escribirlo, me digo un par de horas después.
Ignoro, pues, si aún me puedo considerar joven y si en verdad tengo algo que decir. Desconozco, asimismo, si acaso el fútbol es una metáfora de la vida o si es la vida la que es metáfora del fútbol, siguiendo una polémica instalada por los comentaristas. Lo que sí sé es que hay algo en lo que siempre seré experto: hacer el indio.

[1] Respuesta dada por Enrique Vila Matas en el suplemento Ñ del 28/01/2006

7 Comments:

Anonymous Anónimo said...

MMMM, PARECE QUE LA CAGASTE....

4:19 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

mi ilustración me permitiría no ser supersticioso, y sin embargo lo soy ... ¡el diablo te ha inducido a dar semejante paso y con su cola traviesa te ha dado la lección! tomala en cuenta.

10:51 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

un sabio argentino dijo: coca sin coco es caca.
La reconvención se resume así: no apueste en estado de fuerte exitación.
(Por un momento pensé que nos estaba narrando una versión del mal de Minos, en la que usted era Minos, y todo lo que apostaba devenía empate. Doy gracias al cielo que no era así.)
Pronósticos: primero Ghana, segundo Italia. Rep Checa: lo siento, mejor suerte la próxima.

11:19 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Los griegos ya lo sabían: Tique y Némesis. Uno nunca puede ufanarse de su buena fortuna.
Parafraseando a Bobby Fisher: el fútbol no es como la vida. El fútbol es la vida.

12:53 a. m.  
Blogger salgadoboza said...

Gernández apuesta porque sabe que la diferencia entre el abismo y las nubes es metafórica, ese hiato es referencial, y allí nos movemos imitándolo.
Usted es el maestro amigo mío, aunque el Estado lo considere idiota e indigno de sus regalías económicas.
Salud.

2:18 p. m.  
Blogger Gonzalo Hernández Suárez said...

Salud

3:55 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Salud!!!

3:13 p. m.  

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