domingo, noviembre 12, 2006

With Teeth

A mi lado, dentro de un frasquito generosamente facilitado por el señor dentista, tengo dos piezas molares que por estos días constituyen el núcleo desde el cual giran los sucesos que llenan mi vida precaria. Al compararlas con un martillo puede que no parezcan gran cosa, pero son ciertamente más grandes y gruesas que un clavo de dos pulgadas. La sensación, de hecho, es como cuando te martillan uno en un sector periférico de la encía, algo que todos, sin duda, conocemos muy bien. En lenguaje técnico, estamos hablando de las piezas uno y diecisiete. Para la imaginación, trátase del último rescoldo de juicio crítico que alguna vez pude poseer. ¿Qué haré, pues, a continuación?
Jugar Nintendo indefinidamente es, hasta ahora, la posibilidad número uno del ranking. Pero como eso también aburre, y además abrir la boca supone un esfuerzo de mierda, - la posibilidad número dos es optar por un mutismo oral voluntario, igualmente indefinido-, qué mejor que escribir un rato para un blog que alguna vez imaginé como plataforma de algo (so pretexto de una vaga idea de transitoriedad).
Ignoro qué haré a futuro, partí diciendo, pero algo vislumbro respecto a lo que he tratado de hacer. Nada de lo que viene a continuación, con excepción de Jó y de Conrad, tiene pretensiones de certeza.
He tratado de escribir una novela y he concluido dicho intento en un lapso que podría calificar de record. Calculé un promedio: siete páginas por día durante dos meses (Word, TNR, 12, int. sencillo.), considerando algunas borracheras intermedias que ayudaron a interrumpir, ocasionalmente, el ritmo de producción. Necesito de esas interrupciones para sentirme un poco menos enajenado, lo cual, - ya puedo escuchar las risas-, no es sino otra forma de enajenarse, lo sé, pero un hombre tiene la libertad de elegir cómo se engaña.
Dado que la novela podría calificarse de “negra”, guiándose de ciertas claves, he dado con el teléfono y el mail del señor Ramón Díaz Eterovic, al cual pretendo contactar y solicitar su juicio y su paciencia no bien termine las labores de corrección e impresión. Esto último, - imprimirla-, es probable que me lleve más tiempo que todos los esfuerzos previos. Deploro que sea tan necesario, ya que supóneme entrar en contacto con minucias tecnológicas para las cuales me sé maldito por una oscura voluntad decimonónica.
No mentiría diciendo que guardo ciertas expectativas con lo que pueda ocurrir con ella (hablo de la novela, no de la maldición, aunque en fin…). Tiene un argumento que podría insertarse en cierta corriente literaria por muchos vilipendiada. Reconozco de antemano el oportunismo que encierra esta declaración. En tiempos en que todo vilipendio constituye un motivo para ensalzar y redescubrir algo (cualquier cosa), esto bien puede leerse como estrategia publicitaria, que lo es, como el blog completo.
Pero he de advertirlo: Como todo, finalmente esto también está destinado a disolverse en joda. En base a ello es desde donde puedo hablar, con plena seguridad, de “expectativas”. Ahora, a otra cosa.
Han pasado nuestras celebraciones patrias con la misma enseñanza de siempre: una efeméride con nada digno de ser celebrado, por lo menos en Santiago de Chile. Como no vale la pena hacer memoria de ello, opto por recomendar la lectura del belga Georges Simenon a quien se interese por alguien que seguramente inspiró a Carver y a varios otros que hoy pregonan las virtudes del minimalismo. Aclaro algo: no he leído ninguna de las ochenta y tantas novelas protagonizadas por el Inspector Maigret; hablo sólo de dos de las restantes ciento-veinti-tantas que firmó con su nombre; por ende, tampoco refiérome a ninguna de las casi mil que escribió por encargo cuando gozaba del amplio desconocimiento internacional. Las que he leído, no está demás decirlo, son “Los Hermanos Rico” y “El hijo del relojero”.
He cumplido cuatro años junto a una mujer que me hace sentir muy bien cada vez que está a mi lado y aún cuando no lo está. Acaso entonces más, por eso del recuerdo y la idealidad. Como sea, Jó, tú sabes lo que es eso; al margen de mi humor durante estos días, sabes también que te amo y que pretendo extender este tiempo contigo mucho más.
Rodrigo me ha grabado en el PC el último disco de Deftones. Agradecido estoy de Agradecido, y asimismo emocionado. Trato con todas mis fuerzas de emular a Chino Moreno, y a pesar de que mis condiciones vocales sean paupérrimas, al menos en mi mejilla derecha he conseguido algunos progresos en términos de imagen.
Descubrí también una cinta que otro Rodrigo, - garboso misántropo adicto al nadir-, grabóme hace varios años y que tenía olvidada. Lo único que recuerdo es que el apellido de aquel intérprete es Johnson. No es Eric, ni Robert, ni Don. Sí es sesentero y compone unas operas roqueras donde se interna sin recatos en hermosas e infernales visiones lisérgicas. Su voz, extremadamente versátil, alcanza unos tonos agudos que son la envidia, literalmente hablando, de Bruce Dickinson. Hoy por hoy, trato de escucharlo diariamente como estrategia para tener los pies en la tierra.
En cuanto a Conrad…, he intentado tributarlo a mi manera, - muy aylwiniana, “en la medida de lo posible”-, pero temo caer en el insulto. Es el mejor descubrimiento que he hecho este año, con holgura. Más que Kennedy Toole y que Aira (espero que a alguien le duela esto). Decir más, acá, sería improcedente y vacuo. Baste sólo con mencionarlo.
Ahora, lo agraz:
Visité la Feria del Libro de Santiago.
Cierto texto en el cual comento algunas cosas de Michel Foucault ha visto la luz en una edición publicada recientemente. En rigor, ni siquiera se le pueden llamar comentarios a ese hatajo de liviandades garrapateadas para salir del paso.
Me han birlado el dinero del mes al frente de mis ojos a pocas horas de mi accidente con el dentista, lo cual ha contribuido sobremanera a ennegrecer el espíritu. ¿Algún posible culpable? Mejor no hablar de aquello de lo cual es preferible guardar silencio.
Cuando destapo el frasquito facilitado por el señor dentista advierto un aroma mefítico, difícilmente medible o susceptible de ilustración. ¿Serán esos jirones verdosos que rodean al par de infames lo que hiede así? Eso que hace días era carne rojiza igualmente asquerosa, ¿será que se pudre y muere? ¿Así voy a oler yo también?
¿Alguien sabe de una picada de formaldehído? (A bajo precio, por favor)

6 Comments:

Blogger salgadoboza said...

Pinche buey. Cómo que Conrad ha sido mejor que Aira o Kennedy Toole en este, tu puto año. Sin duda que te han sacado las muelas del 'juicio', aunque creemos (yo y otros muchos) que nunca lo tuviste: que nunca te pusiste los pantalones de la civilización, ni el sombrero de occidente y que ni siquiera fumaste la pipa de la razón.
Foucault no da (nunca) para más que un garabateo idiota en unas páginas negras y muertas de antemano.

3:25 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Harto tiempo que revisaba tu blog y no tenias nada nuevo...

Revisa ahora
http://www.siaskel.blogspot.com

Actualizado

Nos vemos Gonzalo...

5:15 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Ve The Departed de Scorcece. Es una puta lección de cine... lo otro: Moonchild, esto es, John Zorn, Mike Patton, Trevor Dunn y Joey Barone.. el 29 tocan en vivo x acá y me aseguré una entrada.. es un homenaje a artaud y crowley

un abrazo cabrón

pd: ¿viste traiganme la cabeza de alfredo garcia?

7:32 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

creo que las muelas te afectaron un poco, pero todo en esta vida pasa...y ésta no será la excepción.
escuchando hip hop, me emocioné con aquella frase de las garrapatas, pero aún tengo la esperanza de que algún día puedas explicar con tus palabras mi problema, con aquello. no pienso entrar en detalles.

PD.: TE FALTA UNA HISTORIA DE AMOR, FATAL.

un saludo a la distancia.

1:45 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Qué calma traería a occidente la certeza de que el juicio se aloja en las muelas. Esto transformaría a los dentistas, que las retiran "por las buenas" en guardianes de la razón y seguros candidatos a ocupar los más altos mandos de la tribu. Del mismo modo, qué aumento habría de quienes, de tanto en tanto, retiran el juicio a un adversario (boxeadores, borrachos pendencieros, torturadores) "por las malas", como Costigan, por accidente, en The Departed al infortunado que sólo pretendía sacar un cigarrillo.
Ahh, delicioso delirio, en lo que a mi respecta, la próxima vez que me duela una muela, creo que me la arrancaré yo mismo.

Troika

4:56 p. m.  
Blogger Gonzalo Hernández Suárez said...

Ciertos anónimos indescifrables significan más de una complicación. ¿Es posible que conozca a alguien que escuche hip hop? Identidad, por favor.

Mitienka, celebro que puedas ver a Moonchild en vivo y devuélvote el abrazo. Trata de escuchar lo último de Deftones, si puedes. No, aún no veo la maldita cabeza de ALfredo García. Sanzana es bastante escurridizo, pero en cualquier momento...

Jamás he pretendido calzarme los pantalones de occidente ni los de ninguna otra puta región. Tampoco está en mis planes hacerlo, aclaro. Por lo demás, hay que saber de qué se habla. Si alguien pretende enjuiciar a Conrad, debiese por lo menos leerlo.

Troika y su necesidad de "physical pain" como paliativo de otra carencia... recuerdo cierta polera que servía casi como bandera estando en el sur..., en fin. Puedes probar a hacer lo de Nick Nolte en Affliction (Dias de Furia). Recomiendo, eso sí, una media pinta de whisky antes del intento.

Grande, Inmortal Scorsese. Cómo me gustaría abrazarte.

8:38 p. m.  

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